sábado, 16 de enero de 2010

creo que por esto voto por Freí

Por un nuevo sueño

Chile cambió para mejor, en veinte años de transición avanzamos más que en los 180 años que nos precedieron, por eso nos sentimos orgullosos de lo logrado pero no conformes. Frente a una sociedad intrínsicamente injusta y desigual, no podemos estar felices. Un abismo nos separa con la derecha, por que siguen creyendo que todos los problemas se resuelven con más mercado y crecimiento. Fórmulas que han fracasado en todo el mundo.

Los demócratas de centro, izquierdistas puros e izquierdistas progresistas estaremos siempre buscando más alegría, calidad humana y desarrollo para todos y todas. Somos los buenos de la película, por lo menos nuestras intenciones son más nobles que la de aquellos que desean perpetuar la desigualdad y los privilegios originales de la vida.

Pero ¿por qué somos optimistas de la voluntad y un poco pesimistas de la realidad? Quizás la historia de la siguiente persona nos sirva para entender el comportamiento de los luchadores sociales.

Santiago Bell, falleció en Londres UK, hace cuatro años, fue Intendente del presidente Allende y fundador del MAPU, sufrió horrendas torturas mientras estuvo preso en las Islas Quiriquinas, en tres, cuatro Álamos y finalmente en la cárcel pública.

Cuándo lo conocí a finales de los ochenta y principios de los noventa, se comentaba que dormía casi siempre con un martillo o un hacha bajo su cama, temía por su integridad, aunque no lo reconocía, vivía con el miedo de quién fue destrozado en cuerpo y alma.

En su mente los fantasmas de la Dictadura lo perseguían, fue valiente, coherente y sobre todo consecuente, sabía que si por alguna razón “desconocida” la derecha realizaba un nuevo golpe de estado, pelearía hasta el último suspiro por sus convicciones.

Cuándo fue detenido en Chillan el año 73, los militares le hicieron una oferta irresistible para un luchador social, entregarse sólo o ver como acribillaban a los más de cien campesinos que lo acompañaban con “piedras” y “palas” para resistir el golpe. Se entregó para salvar a sus amigos y compañeros.

Vivió en el exilio, volvió a Chile para educar a cientos, trabajó al lado del pueblo, en el campo, acogiendo en su hogar a niños de la calle y hasta antes que un maldito cáncer lo matara, realizaba clases de inglés en su casa para jóvenes de María Pinto. Nunca buscó fama o reconocimiento y su vida fue un ejemplo de sencillez y humildad.

Santiago me enseñó muchas cosas, quizás no aprendí, ni entendí la mitad de lo que deseaba expresarme, pero algo me quedó. “Los magnates (multimillonarios) no tienen ni Dios, ni patria, ni banderas, su único Dios es el dinero”, “El único capital que tiene un buen hombre pobre es su espíritu de sacrificio, la educación y la honradez”, “La clase dominada debe estudiar el doble, esforzarse el doble y trabajar el doble, por que la vida los condenó a partir con la mitad de posibilidades que el resto”.

Santiago era combativo, fuerte, un rebelde y sobre todo un díscolo de verdad, que nos impregnó las ganas de cambiar el mundo antes que éste nos terminara por cambiar a nosotros. Por eso, frente a su ejemplificadora historia, no puedo más que sacrificarlo todo por los ideales de transformar Chile, la lealtad de un hombre está sólo con sus ideas, por esas ideas Santiago sufrió por muchos, otros tan sólo hemos entregado cosas menores comparadas con su acto heroico.

Por ser el fundador de la campaña de Marco me despidieron de mi trabajo en la Asociación Chilena de Municipios, por el mismo motivo, me suspendieron de mi cargo como miembro del Comité Central del Partido Socialista, cuándo tomé la decisión de construir junto a Marco una opción de centro izquierda para Chile, camino que por meses recorrimos solos, lo hice motivado por la convicción de que podíamos avanzar más rápido, poniendo al ser humano en el centro de la política, y hoy, al apoyar públicamente al candidato de la centro izquierda, lo hago pensando en nuestra gente, en el valor de la libertad con igualdad y de los sueños con esperanza. Ningún sacrificio es suficiente cuándo se trata de mejorar la vida de nuestra gente. Y espero que muchos me acompañen para estar a la altura de quiénes sacrificaron sus comodidades y hasta su vida para cambiar Chile. Para todos todo y para nosotros nada, ningún buen progresista ni izquierdista, puede ampararse en una historia nula, blanca o llena de abstenciones, la vida es para los valientes y estamos llamados a ser los protagonistas de nuestra historia.

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Patricio