viernes, 21 de mayo de 2010

LA CONSTITUCIÓN DE PINOCHET, PIÑERA Y LOS PODEROSOS.

El día en que se cagaron en Chile.

La Constitución de la República es un catálogo de derechos subjetivos, en nuestro caso de características de “semipetria”, esto significa que sólo puede ser cambiada parcialmente. Este catálogo de derechos y deberes define la organización de una sociedad. Por ende, determina en gran medida los distintos ámbitos de la vida.

Nuestra salud, educación, ocio, vida sexual, acceso a una vivienda, seguridad social e incluso alimentarnos, están definidas por ella. El año 1980 un régimen totalmente ilegítimo, sangriento y déspota, buscó legitimizarse a través de un plebiscito trucho, arreglado, chanta y cobarde. A punta de rifles obligaron a los chilenos a participar, les cortaban la cola del carnet luego de sufragar, no hubo padrón y ni siquiera se supo si los que votaron estaban muertos o vivos. El resultado fue que un 60% de la población votó por el sí. ¿Curioso no?

La Constitución es un arreglín, una trampa del poder dominante que busca afilarnos para mantener una sociedad profundamente desigual; que garantiza por sobre todo un sólo derecho, el de los privilegios de los ricos por sobre el bien común de los pobres.

Lo que se establece como derechos en el Artículo 19,10 de la Constitución es tergiversado por el artículo 19,11 dejando en un estado de ineficacia -que lo que dicen las leyes se cumplan en la vida real- todo lo que se establece como nuestros derechos. Es un sistema jurídico sin acción expedita con una precaria eficacia indirecta.


Ahora ya sabe porque la Educación y Salud pública son malas. Aunque la Constitución garantiza nuestro derecho a ellas, la trampita está en que la forma en que se garantiza es errónea. La Educación es obligatoria hasta la enseñaza media. ¿Qué país puede desarrollarse si no garantiza un acceso igualitario a la Educación Superior?. Parece que la idea es tener dos educaciones -amparados en la libertad de enseñanza- una para los que serán los trabajadores y otros para los que se dedicarán a explotar a esos pobres “weones” que no fueron a un Centro de Formación Técnica, Instituto Profesional o en el mejor de los casos a la Universidad

Cuestiono la libertad de enseñanza que dice que las instituciones privadas y públicas no propagarán tendencia política alguna o que no podrán dañar las buenas costumbres. Me van a decir que en el colegio Cumbres de los Legionarios de Cristo no se impregna a los jóvenes de los ideales del conservadurismo político, para que hablar de las buenas costumbres, no sé en que parte se puede entender la pedofilia como un acto de buenas costumbres. La religión es un acto de dominación ideológica.

-Hija que aprendió hoy-
-Que el fundador de mi colegio era un cura pederasta, vendido a los ricos y defensor del franquismo-
-Pero mi amor ese era monseñor Escriva no San Maciel.
-Mamá no importa si yo sé que todo lo que se dice de nuestros curitas es una campaña del comunismo internacional.

La mayoría de los colegios privados representan una visión política, la tendencia está dada desde el momento en que se debe pagar por un servicio, tal cómo si fuera cualquier otro producto, vulnerando el principio de acceso público y de calidad a la educación. Los que crean que mis comentarios son destemplados lean Legionarios de Cristo en Chile, Dios, Dinero y Poder, de los periodistas Andrea Insunza y Javier Ortega.

Desde el sarcófago muchos líderes han pedido el cambio de la constitución, pero no han tenido la capacidad para explicarle a la gente, el pueblo dominado simbólica y realmente, de los motivo por los cuáles deberíamos contar con un nueva carta magna. La razón es bien sencilla, porque esta mierda de Constitución nos embarra y no defiende a los comunes. Nunca fue pensada para mejorar nuestras vidas, su objetivo era otro, frenar cualquier intento de llevar a Chile a un sistema más justo, democrático y equitativo.

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Patricio